Una tarde estaba paseando por la popular calle San Luis de Rosario (donde vivo). Esta calle es algo así como mi shopping (y ya tendrá su propio post). Se me dio por entrar en Colombraro, el palacio del plástico. Siempre es bueno chusmear qué tienen estos lugares para ofrecer.
Entre otras cosas, posé la vista en unos vasitos color naranja que tenía en mi infancia. Cuando vi el precio (ahora no recuerdo bien cuánto me salieron, pero era alrededor de 8 pesos la media docena) me los traje. El vasito en sí es simpático, pero no más que eso. Pensaba guardarlos para algún cumpleaños retro, pero ya en casa se me ocurrió otra cosa. Por esos días invernales, me estaban creciendo un par de papas y una cebolla, alguna que otra semilla con ganas de ver el sol, y un par más de yuyos que saqué de unas macetas. Todas las plantas, más allá de su calidad, tienen derecho a la vida y a un lugar en la decoración, por eso se me ocurrió ubicarlas en los vasitos de plástico, que, cada uno por su lado, de elegantes no tienen nada.
El secreto es la repetición.
Muchas veces tenemos algo que en sí mismo no vale mucho, pero repetido hace su efecto.
A los vasitos se les puede hacer un agujerito en la base y ponerles un platito debajo o dejarlos así nomás (yo hice esto último). Incluso, se pueden usar plantas que vayan en agua.
Por estos días, algunos de los vasitos cambiaron su contenido, otros su ubicación.
Lo bueno de este tipo de objetos decorativos es que nos permiten cambiarlos de lugar a gusto, jugando con el diseño cuando ya nos sentimos aburridas.
Total, son tan baratos.....
Entre otras cosas, posé la vista en unos vasitos color naranja que tenía en mi infancia. Cuando vi el precio (ahora no recuerdo bien cuánto me salieron, pero era alrededor de 8 pesos la media docena) me los traje. El vasito en sí es simpático, pero no más que eso. Pensaba guardarlos para algún cumpleaños retro, pero ya en casa se me ocurrió otra cosa. Por esos días invernales, me estaban creciendo un par de papas y una cebolla, alguna que otra semilla con ganas de ver el sol, y un par más de yuyos que saqué de unas macetas. Todas las plantas, más allá de su calidad, tienen derecho a la vida y a un lugar en la decoración, por eso se me ocurrió ubicarlas en los vasitos de plástico, que, cada uno por su lado, de elegantes no tienen nada.
El secreto es la repetición.
Muchas veces tenemos algo que en sí mismo no vale mucho, pero repetido hace su efecto.
A los vasitos se les puede hacer un agujerito en la base y ponerles un platito debajo o dejarlos así nomás (yo hice esto último). Incluso, se pueden usar plantas que vayan en agua.
Por estos días, algunos de los vasitos cambiaron su contenido, otros su ubicación.
Lo bueno de este tipo de objetos decorativos es que nos permiten cambiarlos de lugar a gusto, jugando con el diseño cuando ya nos sentimos aburridas.
Total, son tan baratos.....
Felicitaciones Lilian por tu Blog, es una linda idea, creo que me voy a poner las pilas para hacer algo así.Suerte y éxito! Un abrazo Lailocha
ResponderEliminarGracias, Laila!qué lindo que hayas pasado! Y sí, dale, hacete blog, que despejan mucho la mente estas cosas y nos sirven las ideas de los demás.
ResponderEliminarUn beso!
Lilian: te encontré en la sección "soluciones" de la revista Living. Tu blog me ha parecido súper divertido e interesante, muy bien redactado, SIN faltas de ortografía (algo que aprecio mucho en estas épocas). Como también soy rosarina me he reído muchísimo con tu descripción de calle San Luis y de Colombraro (geniales). Te felicito por la iniciativa y por hacer de la decoración algo accesible y sin solemnidad, algo para divertirse y animarse aunque uno no sea un artesano experto. Como remodelé mi depto recientemente estoy a full con la decoración, y veces te acobarda un poco ver esos espacios y objetos tan divinos como inaccesibles. Por eso me gusta la seccion "soluciones", porque es gente real con ambientes reales! Te voy a seguir en el blog! Saludos!Marina B.
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