Ideas para reciclar cuadritos


Después

Antes


Cumple. Navidad. Día de lo que sea. Con la mejor intención del mundo te regalan algo para la casa. Pero resulta que, sí, feo feo no es, pero no es tu estilo, no te pega con nada. Si no querés hacer la "Gran Rata" y guardarlo hasta con el moño para el próximo evento que tengas, podés apelar al reciclado.
Yo hice esto con dos cuadritos que me regalaron en Navidad. Lo bueno de los cuadritos es que las posibilidades son casi infinitas. A uno lo lijé y apareció una madera preciosa; ahora está esperando turno para ser utilizado cuando sea el momento.
Al otro lo sometí al siguiente proceso:
1- Lijado
2- Desarme del cuadrito; esto es: extracción de las grapas y de la imagen a desechar, junto con el cartón posterior.
3-Tres manos de acrílico de color vibrante (me decidí por un verde fuerte), con los tiempos de espera correspondientes entre un secado y otro.





4- Prueba de imágenes. Pasé por telas (retro), imágenes impresas en la compu (de ilustraciones actuales), folletos turísticos franceses originales de los '50 (me los compré en una librería que se cae a pedazos, a un peso cada), inventos (como el cartón de atrás manchado al apoyar el pincel que estaba usando)... Finalmente, me decidí por una opción que quedó muy original: papel de celofán transparente, estampado con motivos retro, con un fondo de cartulina blanca. En las librerías que tienen cosas retro se consiguen estos papeles con llamativos diseños. Con cinta de papel fijé el celofán al cartón por detrás, coloqué en su lugar el cartón que venía en el cuadrito y encinté nuevamente.




























5- Ubicación final del nuevo cuadrito en mesa de luz.








Alacena reciclada

Una tarde calurosa (el que pasó por Rosario o vive aquí sabe lo que es eso), de camino a la librería me encuentro con algo que me llama la atención, indago en el container, tironeo con la nariz fruncida, corroboro potencialidad del artefacto, upa y... a casa!
Soy un poco inútil para el reciclaje, y de técnicas no sé casi nada, pero quería ver qué podía hacer...
Así fue la historia:

Paso cero para todo objeto encontrado en la calle: limpieza de rigor a guante de goma calzado, con lavandina y generosos chorros de "Lisoform". Vuelan telas de araña, arañas y demases.




3- Una vez que terminé de pintar de ese rojo que sale bordó, lo más prolijito que me salió, me doy cuenta de que las medidas son las mismas que las de mi biblioteca de algarrobo.!Entonces pienso: "Lo pongo arriba", "No, la pongo abajo, y ya que no tiene tapa ni piso, mato dos pájaros de un tiro". Pero antes... qué hacer con las puertitas (que son de una madera baratuli)?


5- Ahora, a esperar que se seque.
Tiiiiiic taaaac tiiic taaac tic tac!
Todo rápido lo mío (después, así me quedan las cosas, más de una vez me quería matar por apurada porque en el último momento arruinaba todo).

6- Ahora sí, a montar la biblio de alagarrobo sobre esta ex alacena rotosa. Lo que pasa es que estoy sola en casa y esta biblioteca pesa un tocazo. ¿Resultado? La subo, pero me lastimo un dedo gordo del pie y me moreteo las piernas.
Por dentro, forro el estante con papel afiche y barnizo. Le pongo un par de pelotitas antipolillas, sin saber si surtirán efecto.

7- Detalle final: tiene el picaporte roto, entonces se me ocurre ponerle alguna tapita para pegar con la Gotita. Pruebo varias: de plástico amarillo, roja, azul, de chapita de whisky... todas quedan bien...




Y ahora, hela aquí, la pobre Alacena abandonada, la Alacena Cenicienta, convertida en la niña de mis ojos, orgullo de mi incipiente incursionar en el reciclaje.


No diré la Belleza porque sería tirarme demasiado mérito, pero al menos sí la Felicidad puede estar a la vuelta de la esquina.
O no?



MATERIALES USADOS:
LA POBRE ALACENA (0 PESOS)
TARRO DE PINTURA ROJA ACRILICA (12 PESOS Y RINDE MUCHO)
PAQUETITO DE PAPELES SATINADOS AUTOADHESIVOS (3 PESOS)
LIJA
PINCELES
BARNIZ
CREATIVIDAD Y MACHUCONES (no tienen precio)

NOTA: a este mueble, día a día le sigo sacando y poniendo adornos, como verán en otros post.

AGRADECIMIENTOS ESPECIALES: a la Santa Tecnología que permite estas destrezas blogueras, a mejorar, claro, porque la letra de las fotos me salió chiquiiita (no lo hago más).



De aquí, de allá y de mi vieja también -parte I-




En este post quiero dejar algunas ideas para decorar combinando elementos y colores. Ideal para aplicar en estantes y bibliotecas. Una manera creativa y barata de decorar con el estilo de cada uno.

PLASTICO
Siguiendo con la onda plástico, tengo que decir que este material de noble no tiene nada.
No hay nada que me moleste más que esos platos de melamina que quieren pasar por cerámicos, esas terminaciones doradas o plateadas que simulan yo qué sé qué metal y esa de clase de engaños hechos para aquellos que no tenemos una billetera abultada. Nada peor que hacer pasar gato por liebre.
Pero el plástico usado como plástico va muy bien, si sabemos cómo y dónde ponerlo. El plástico (y sus derivados) es duradero, económico y viene en colores puros y vibrantes. Da una imagen fresca y a veces juguetona e infantil. En este contexto (bibliotecas, estantes, repisas), lo mejor es usarlo opaco, liso y en un solo color por objeto.
Un buen truco es sacar los objetos de plástico de contexto. Muchas veces las ferreterías, casas de jardinería, librerías y aún casa de artículos para mascotas tienen cosas plásticas que podemos usar para decorar con cierto estilo.
Sacar algo del uso para el que fue pensado y crear un objeto decorativo.
Sólo nos queda jugar con los colores y la imaginación de cada uno.


Ejemplos:

Maceta de Colombraro de diseño novedoso (12 pesos) usada como portalápices. Hay en varios colores (http://www.colombraro.com.ar/web/productos/index.php). Yo no sé por qué los diseñadores de estas empresas no se aplican más al diseño contemporáneo, tienen todo para hacer cosas muy lindas y mucho más actuales que las que ofrecen.

Vasito cualquiera de plástico, largo (dos pesos! "Esquina de la oportunidad", un clásico) transformada en maceta para potus de agua. Mejor si es opaco.

Pelotitas de goma para que jueguen los gatitos (3,5 pesos cada una) transformadas en adorno colorido (antes tenía una en cada punta de los estantes de una biblioteca, son ideales porque se lavan y al ponerlas en su lugar no se mueven). Como están hechas de una especie de filamentos, (como si fueran un pompón de goma) pienso que es fácil atarlas para hacer móviles para la habitación, para colgarlas de las lámparas chinas o para hacer colgantes para puertas y ventanas (ahora se usan mucho, si alguien sabe el nombre, me lo chifla).

OBJETOS RETRO Y EN DESUSO
Yo creo que juega en primera la combinación del plástico colorido en cercanía de objetos populares retro (ochentas, setentas). La idea es rescatar cosas perdidas en la casa de nuestros familiares, en la propia, en ferias y negocios de usados y por qué no en la calle. Recuerdos, manías personales y decoración, todo en uno.
Ojo, el riesgo de lo ecléctico es que no faltará el que nos acuse de cualquierismo, pero todo va en gustos. Si al dueño de casa lo conforma y le ve la coherencia, todo bien.

Ejemplos:

Envases de antes/exóticos: Botellita de ginebra Llave (encontrada en la calle, siempre amé esas botellitas), rellena de arena puede servir para hacer tope a los libros. Otras botellas potables (en todo sentido) son las de cerveza artesanal chicas (como las de Birra Moretti, en el súper desde 8 pesos). Lo mismo con latas usadas de aceite de oliva. O esas latitas estupendas de polvo leudante Royal (tenía una y en una mudanza se me perdió). Algo que está bueno es pedir a los conocidos que viajan afuera que nos traigan cosas que se venden en el súper que podamos usar luego para decoración como latitas de pastillas, de pomadas, mermeladas, ni hablar de las preciosas cajas de té, aunque sean las de cartón; incluso podemos pedir boletos, entradas y folletos para collages (y ellos, tan contentos porque es regalo muy gasolero).

Jarras de vidrio como recipientes para plantas de agua: en la foto (tapada por un Quijote que me olvidé de correr) se ve una jarra retro que encontré en lo de mi mamá (la estaba por tirar!), la usé para poner un potus, planta noble, fecunda y aguantadora si las hay.

Cajas de cartón: en la foto se ven un par de cajas rojas apiladas (sosteniendo el portarretratos que tiene su pata rota), son de bombones y una tiene una imagen de la Gioconda que le pegué (antes le agregué unos bigotitos). Otra caja que se ve por ahí (debajo de una retro original amarilla, de lata) es de un verde que me encanta: caja de hilos que me regaló una amiga de mi mamá. Si afilamos la vista, estamos rodeados de objetos que pueden usarse sin usar un peso. De hecho, tengo por ahí una caja hermosa de cartón de unos alfajores "El Nazareno" que deben ser riquísimos y que me encontré en Boulevard Oroño. En otro post, me gustaría poner ejemplos de las posibilidades del cartón.

Otros detalles de cosas en desuso que pueden servir para decorar con un toque retro: máquina de escribir, pilas de cassettes, alguna revista de otra década, como revista Humor, Gente, Para Ti de los 60, etc... se consiguen de 3 a 10 pesos en las librerías de usado (se le pone/pega un cartón en el medio y se puede poner de pie, como el libro de la foto que se para solo porque es de cartulina). El reloj retro que aparece ahí viene de un grupo de varios relojes que encontré en un container hace muchos años.

Combinación de objetos de distintas épocas: libros de lomo antiguo (en distintas disposiciones) y libro nuevos, a veces más coloridos. En este caso, agrupé los diccionarios de idiomas que son bien coloridos y los libros clásicos. Una biblioteca con unos u otros por su cuenta no surte el mismo efecto que puestos cerca.

Fotos en sepia o blanco y negro: cuando hay tanto color, lo ideal es usar un marco sobrio (la madera lavada es una buena opción, el portarretratos de la foto tenía un borde dorado que lijé) y usar fotos en estos tonos monocromos. Una idea rápida es hacer una simple fotocopia de la foto (incluso hay fotocopiadoras que tienen tonos).

NOTA: el mueble base es una biblioteca de algarrobo, como saben, esta madera es visualmente pesadísima; por eso la pinté en acrílico rojo (quedó así como se ve tipo bordó) y le pasé barniz. Se raya un poco, pero se ve bien. En otro post lo fotografío completo, porque el mueble completo tiene una base hecha con una alacena encontrada en la calle.


Más vale malo repetido....




Una tarde estaba paseando por la popular calle San Luis de Rosario (donde vivo). Esta calle es algo así como mi shopping (y ya tendrá su propio post). Se me dio por entrar en Colombraro, el palacio del plástico. Siempre es bueno chusmear qué tienen estos lugares para ofrecer.
Entre otras cosas, posé la vista en unos vasitos color naranja que tenía en mi infancia. Cuando vi el precio (ahora no recuerdo bien cuánto me salieron, pero era alrededor de 8 pesos la media docena) me los traje. El vasito en sí es simpático, pero no más que eso. Pensaba guardarlos para algún cumpleaños retro, pero ya en casa se me ocurrió otra cosa. Por esos días invernales, me estaban creciendo un par de papas y una cebolla, alguna que otra semilla con ganas de ver el sol, y un par más de yuyos que saqué de unas macetas. Todas las plantas, más allá de su calidad, tienen derecho a la vida y a un lugar en la decoración, por eso se me ocurrió ubicarlas en los vasitos de plástico, que, cada uno por su lado, de elegantes no tienen nada.
El secreto es la repetición.
Muchas veces tenemos algo que en sí mismo no vale mucho, pero repetido hace su efecto.
A los vasitos se les puede hacer un agujerito en la base y ponerles un platito debajo o dejarlos así nomás (yo hice esto último). Incluso, se pueden usar plantas que vayan en agua.
Por estos días, algunos de los vasitos cambiaron su contenido, otros su ubicación.
Lo bueno de este tipo de objetos decorativos es que nos permiten cambiarlos de lugar a gusto, jugando con el diseño cuando ya nos sentimos aburridas.
Total, son tan baratos.....