¿Cortinas de plástico? Por qué no!



Hace un tiempo, se me ocurrió sacar la puerta que une la cocina al living. Es que el brillante arquitecto que diseñó esto no pensó que al estar la puerta abierta (tal como estaba todo el día) se te encimaba con el artefacto cocina y achicaba un montón el espacio.
La cosa es que la abertura quedó bien, gané espacio visual y real . La idea era poner una cortinita de cuentas, de esas de bambú o madera, incluso alguna de otro material que me pareciera linda. Pero acá en Rosario no vi nada (lo poco que había era carísimo y feo, algunas, por ej., traían dos cuentas locas y otras eran de plástico que imitaba madera). Hasta que un día, paseando por uno de esos "ex Todo x dos pesos" veo una cortina de plástico mosquera. "¡Como la que tenía mi abuela!", pensé. Y entonces la compré (12 pesos) y la puse (puse 4 o 5 clavitos sobre el marco y la enganché, no se cae porque los agujeros que trae la cortina son chiquitos y calza justo).


No saben lo feliz que me hace esa cortina! ....el sssss con el viento, el verde fuerte del plástico, los recuerdos de mi infancia y la onda retro-campestre-kistch.. Incluso, no exagero, le da otra vida a los ambientes, tal como si lo del feng shui y la circulación de la energía fuera verdad. Sí, es verdad, me tengo que aguantar la cara de desconfianza cuando les cuento a los demás que tengo una cortina de plástico entre la cocina y el living, pero les basta verla para que digan: "Ah, pero queda bien!".

Otro día, en el mismo lugar, veo unas cortinas del mismo tipo a 6 pesos. Diciéndome "Upa, qué ganga" me traigo unas azules y otras rojas, pensando que puedo intercambiarlas con las verdes cada vez que me aburra. Pero cuando las abro... tienen un olor a petróleo que mata mil, y son más ordi que no sé qué, de la mitad de densidad que el plástico verde, medio trasnparentongas.
"Sonamos -me dije- y ahora dónde me las meto?". Y voy y vengo pot el depto viendo para qué pueden servir. Hasta que llego a la pieza. Ahí tengo una ventana enorme, de dos metros de ancho. Nunca tuve ganas de comprar y poner barrales y cortinas; es tan larga que quedarían como un telón. Y unas rollers se desdibujarían en ese ancho. Y además se gastaría mucho. Conclusión? le había pegado dos ganchitos de plástico sobre el marco de uno de los vidrios (de esos que son autoadhesivos, reforzados con pegamento de contacto) y había colgado un pañuelo jipón (cosiendo dos pedacitos de cordón a las puntas de éste). De esta manera, me quedaba media ventana tapada en las horas pico de sol (porque cuando quería tener la ventana despejada, la desprendía de un lado y listo).
Les recomiendo altamente esta manera de poner cortinas: queda canchero, no se gasta nada y es a aprueba de aburrimiento (incluso, ahora que pienso, se puede cambiar para la ocasión, por ejemplo, para una situación romántica, se engancha algo transparentón en seda o similar).
La cosa que es el pañuelito ya había cumplido su ciclo (invernal) y mirando mis nuevas cortinas me dije: "Por qué no?". Primero las dejé remojándose en agua con detergente un día, para que se les fuera ese olor espantoso, no fuera a ser cosa de que me intoxicara.
Cuando estuvieron listas, agregué ganchos para el otro vidrio, le enganché en los extremos de cada una esas cositas maleables que vienen en los paquetes de pan lactal (cómo se llamarán?) y las colgué. Como quedaban largas, se me ocurrió cortarlas y hacerles un nudo al final de cada tira. Finalmente, la decoré colgándole en los agujeritos algunos aros (redondos), borlitas de lana, brochecitos y pelotitas de madera.
Una pegada, quedan hermosas! En realidad, combinan mucho más con la ambientación infanto-pop de este espacio que el pañuelo (hay muchos toques de colores fuertes y plenos en distintos objetos). Además, el sol y el hecho de que sean plásticas le dan a la pieza un tono como de otro tiempo y espacio, crean un clima re lindo y un poco extraño.
Es una pena que en las fotos no se note ni la mitad de lo lindas que quedan en persona, pero... confíen en mí!




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